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acerca de la soledad

hay viento.
el viento me pone triste.
es como un aullido seco y llorón que se mete en los rescoldos más chiquitos y se aflauta y se convierte en un lacerado lamento.
cuando hay viento, no se puede salir a ningún lado; la tierra vuela y los pelos se pegan a la cara, y caminar se torna una tarea complicada porque no se puede ni ver bien hacia dónde se va -literalmente-
pero el viento, sobre todo cuando además está nublado, es un perfecto nutriente de nostalgia.
el viento sopla cuando estoy sola.
últimamente estoy mucho sola.
la soledad, como vos, del otro lado de la pantalla, comprenderás, puede ser de muchas formas.
puede ser en ese barullo de centro de ciudad, cuando estoy esperando el colectivo.
puede ser en este momento, donde no he elegido música para acompañarme y el único sonido -además del ulular del viento- es mi tecleo impreciso.
puede ser a la noche, fumando, tirando el humo en volutas lentas y recordándote.
puede ser cuando te miro y no veo más nada de brillo sino un par de ojos, nada más.
puede ser cuando me desespero y todo me tiembla adentro, y tengo que parar para poder bajar un cambio.
puede ser cuando estás triste por razones que sólo tu razón entiende.
puede ser cuando el miedo aparece y estás solo de verdad.
puede ser cuando tengo que estudiar y elijo mirar algo en el incaa porque me hace olvidar que tengo un examen.
puede ser cuando ya no puedo trazar el mapa de tus lunares.
puede ser cuando, cuando me paso de alcohol, recuerdo momentos lejanos, con otras personas, en otros lugares, y fotos, y me percato de que todo aquello ya no está, y entonces el viento sopla, sopla, sopla...llevando...llevándose el dolor, llevándose la tristeza, sopla...ventarrón...desazón