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29 de febrero

En un año bisiesto falleció mi ángel terrestre.
En un año bisiesto me enamoré como una imbécil.
En un año bisiesto perdí muchas estrellas y gané algunas otras.
En un año bisiesto te conocí.
En un año bisiesto sentí la nieve sobre mi pelo.
En un año bisiesto me salvaron la vida.
En un año bisiesto vi tus ojos en la oscuridad brillando con deseo.
En un año bisiesto fui feliz.
En un año bisiesto...viví un día más.

A veces era un gélido rumor de nostalgia.
A veces una caricia de pluma sobre la mejilla.
Pero ya no sé dónde...
Baudelaire y la lluvia olían a vainilla y las lágrimas se secaban en las páginas del Mío Cid que leíamos en el colegio.
Ya no sé dónde esconderlo, ya no sé dónde dejarlo.
Es tanto que el olor a pintura y a café son una reminescencia entre fotos de Barrett y mis tardes solitarias llevan la canela enmarcada en Rembrandt.
Pero ahora, en la lumbre de las cuatro no está. No está en las fotos ni en el jardín.
En un vaso de ginebra o los granos de pimienta...pero tu olor ya no está.

Good friends

Ella lo vio acercarse, y le corrió un escalofrío obsceno por todo el cuerpo erizando su piel, y tuvo que respirar hondo para que no se le arrebolaran las mejillas porque estaba desnuda bajo la capa de soledad