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El antigal

Un antigal es un lugar asociado a cosas antiguas. El antigal del alma entonces, sería el rejunte de risas de la infancia, de la voz de mamá leyendo cuentos, del Boca-River en la radio, de diarios con noticias de corralito y gusto a billiken de yogur, de chocolatada, de siesta aburrida con el sol dibujando en la pared, de juguetes embarrados, de acacias en flor, de un nene rubio y una nena morocha jugando a pescar en el río con palitos, de folclore en la guitarra de padre, de Bariloche en verano y los chochos con sus flores violetas y rosas, de sangre saliendo de la nariz por un golpe, de abuelo con los ojos cerrados para siempre, de llanto por extrañar a alguien que te trae un perro de peluche con un moño de regalo y después te pega una cachetada, de la cascarita en la rodilla por el tronco petrificado, de la arena de verdad pegada con plasticola a un cuaderno tilibra, del rock nacional en la radio y la coleccion de tarjetas de unifon y de la nostalgia de miles de cosas más que se mezclan en la pachorra de la soledad del mate y la tarde hasta que me acuerdo que se está hirviendo el agua de la pava.