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sake

Parece increíble cómo alguna vez te quise.
Cómo alguna vez pensé que dentro de tu ofidica mente había un lugar para este alma torturada que se fascinó al ver que tenías audios de Cortázar.
Cómo me gustabas, de esa forma admirable, de ver a alguien y pensar que es maravilloso. La forma más linda.
Cómo mis sentimientos se alejaban de lo visceral para ver tus ojos en un trance espiritual.
Tu voz hacía temblar las fibras de mi ser. Era magia.
Tu estilo pulcro me intoxicaba de placer; tu ropa suave y perfumada, tu piel, tu pelo.
El olor de tus cigarrillos era el mejor, eras el mejor en todo.
Qué ilusa fui, antes, cuando aún no reunía los elementos obscuros de mi personalidad para defenderme de la propia desilusión.