Ya no quedan razones para amar el verano.
Te vas, por mucho tiempo; quién sabe qué nos
ocurrirá, quién sabe quién nos amará.
Nunca fui parte de tu esfera. Nunca pude ser
artífice de tu experiencia.
A lo lejos, desde mi ventana, veo el sol
poniéndose, tiñendo de rosa los árboles
Y mi alma se marchita como las flores
en los floreros de Tarkovsky
y en las poesías de Borges
Nunca fuiste nada, y a la vez una presencia
etérea
en la soledad de mis tardes
Verte en cualquier lado alimentaba mi anhelo
como un adolescente pegando flores secas en un
cuaderno
yo pegué mis esperanzas por años
Ya no existe la espera, si no fue aquí no
será.
Sólo me queda el consuelo de tus palabras
ahora vacías
y consejos valiosos.
Tu cuerpo y tu alma están en otra parte, y no
son más que algo inalcanzable.
El reloj me adormece con su sonido
de latido lento, de nostalgia de invierno
Pensar en vos es detener el tiempo.
Ahora lo será más, porque estarás lejos, y no
te cruzaré
no te hablaré
no te daré el tímido beso del saludo cordial
y sólo serás un recuerdo que me acompañe
mientras escucho la música que nos gusta
mientras espero otras cosas