Un olor de menta y frío es la viva llama de tu recuerdo en mí cuando te vas.
Quizás no te tenga, pero tengo tu imagen, tengo tu risa y tus gustos grabados en la mente, y puedo evocarlos a mi antojo cuando quiero que estés a mi lado fumando un cigarrillo y hablándome de libros.
Pero no puedo besar mi imaginación, ni abrazarla, y aparece el oscuro y frío rostro del olvido a robarte de mi nube.
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